Viaje, el largo y cansado viaje por las autopistas francesas.....la noche, las áreas de servicio.....los turnos al volante.
Pero todo queda en el olvido, cuando llegamos a nuestra casita en Vallouisse. Este es el séptimo año consecutivo, en el que esta semana de navidad, la tomamos para desconectar con las rutinas diarias, e intentar contactar con los caminos helados que caen de las montañas.
Vías conocidas, repetidas hasta la saciedad, y vías nuevas, donde poner en marcha una serie de sensaciones, y de gestos, que ponen a prueba los conocimientos adquiridos los años anteriores, y el buen hacer que llevamos hasta ahora.
Particularmente, llevo desmotivado desde agosto, que volví de Bolivia, pero dentro el gusanillo del hielo, comienza a picarme.
Vamos a enfrentarnos a una vía nueva, y llevo de hermano de cuerda, a Xabi, que comenzó a moverse por estos caminos, el año pasado.
Ayer la hicieron nuestros compañeros, y nos hablan bien de ella. Luego veremos en las fotos, que las condiciones han variado de un día a otro. Es lo que tiene el hielo.
Vistiéndonos para la ocasión, llega otra cordada ya vestida, así que la dejamos pasar.
Encabezo el primer largo, sencillo, unos resaltes que no pasan de 3º.
Campa, resalte, campa, resalte, hasta que llegamos a los pies del largo clave. Un resalte de unos 40 m. en 4+, con una travesía a izquierdas, donde hay que afinar los pasos y las protecciones, y sobretodo dejar el camino bien protegido para que en caso de que tu compañero se pire, que no haga el péndulo de las doce.
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