EL CASCO, LA TORRE Y EL TAILLÓN


No es la foto la que encumbra, si no el marco que le rodea. Uno de mis lugares preferidos para perderme, para disfrutar de los paisajes, del agua de la roca y del maravilloso mundo de las montañas, aquí, cerca de casa.
Con una promesa atrasada, llega el día en el que por fin, vamos a llevar a los cachorros a envenenarlos en esto de ser un poco mas montañeros.
El plan es bueno, Casco ,Torre, Taillón, y si se puede, los Gabietos. Vivac a la luz de las estrellas, y tres días lejos de casa. Con edades comprendidas entre los 14 y los 19, son los que tienen que coger el testigo en esto de envenenar a la gente a este tonto oficio de subir y bajar, sudar y penar.
Antxon, Unax, Araitz, Asier, y Leire, los jóvenes, y  los viejos, Xabi, Iagoba, Pablo y el menda.
Salimos de fiesta un viernes, poco después de comer, con los nervios a flor de piel, tras unos días llenos de incógnitas… que llevo...que no llevo... Montar una mochila puede ser una tarea estresante.
El Coll de Tentes, nos recibe de una manera fantasmal, no sabemos por donde vamos, ni tan siquiera donde llegamos, la niebla nos envuelve como un húmedo sudario, y no nos deja ver. Primer cambio de planes. No vamos a dormir a la brecha, existe el riesgo de perdernos...
Así que nos quedamos en los coches, y dormiremos dentro. Mañana tendremos un par de horas mas de andada...
A sonado el despertador...un café bebido, o un zumo, o un trago de agua, cualquier cosa vale para despertar y comenzar a andar. El espectáculo se abre ante nuestros ojos, el pequeño glaciar de Taillón, el dedo, el circo de Gavarnie se empieza a dibujar, la brecha... todo ello manchado por las obras del que será el nuevo hotel de Sarradets. Todo lo que nos importa de este emplazamiento, es una pequeño chorro de agua, que sale de una manguera amarilla.
Trepamos hasta la brecha, y bajamos apenas unos metros hacia la otra vertiente, y abandonamos las mochilas.
- ¡¡¡ Bufff … que alivio !!!! se oye en medio del silencio.....Estamos solos....increíble.
La cordada express, se despide, salen hacia el que será el primer tresmil de Leire. Taillón.   Pablo tiene que volver pronto a casa, y los dos encaminan sus pasos. El resto, tenemos mas tiempo para disfrutar, así que cogemos lo esencial, y seguimos bajando para subir hacia el paso de los sarrios.... protegido con una cadena.


La subida al casco, no presenta más problemas, y ha resultado ser una cima de esas que apenas se repiten, con un mirador alucinante. Todo el circo de Gavarnie ha quedado a nuestros pies... Marboré, Picos de la cascada, el Cilindro, Perdido, Vignemale al otro lado, Góriz, y la ristra de gente que como hormiguitas suben al Taillón.



Disfrutamos de un día acojonante, de vez en cuando una suave brisa, nos reconforta secándonos el sudor, y buscamos el camino a la Torre. Por una faja colgada, más que colgada embutida ,se adivina un sendero, y da la vuelta al pico, para buscar la puerta de su cima, que se encuentra detrás. Que oficio más tonto, subir para volver a bajar....y en eso estamos, descubriendo paisajes, y enzarzándonos en tontas discusiones referentes al paisaje, cuando casi por arte de birlibirloque, entramos por esa puerta, y en un momento, colocamos nuestras botas en la cima de este otro mirador privilegiado.



¡¡¡ Que alegría, que alboroto, otro perrito piloto !!!!
Alguno ni se cree que ha sido capaz de encadenar dos tresmiles en el día, algún otro, comienza su andadura en esto de los tresmiles pirenáicos.
Que agusto se esta aquí arriba....no tenemos prisa, estas montañas, invitan a la paz, a disfrutar de estas visitas que les hacemos.
Pero no queremos quedarnos aquí arriba, vemos la posibilidad de irnos a dormir a la cima del Taillón, y con esa baza, desandamos el camino, para volver a buscar las mochilas. Lorenzo pega fuerte...algunas nubes de esas de evolución, nos comienzan a entorpecer el horizonte...quizás...los partes meteorológicos, no anuncian tormentas....pero ya sabes, a cualquier monja se le escapa un pedo.
Llegando a las mochilas, buscamos con la vista, un reguero de agua que nos haga mas amable la tarde y la noche, y lo vemos en la distancia. Unos reventados por el paseo, y otros no, somos estos últimos los que nos vamos a buscar agua, y la encontramos, y saciamos la sed, mientras rellenamos las botellas.
Decidimos ver anochecer en la otra cima, y después de perrear un rato, buscamos cobijo en la cueva de la brecha. Por suerte, la tenemos toda para nosotros, así que nos acomodamos como piojos en costura, y con un vigilante, nos ponemos en marcha hasta la última cima de hoy.
40 minutos nos cuesta subir desde la cueva, hasta la cima del Taillón, que titanes...




Ahora si...ahora se notan los metros acumulados, las emociones y experiencias de un día grandioso.
Pero queda lo mejor....la noche en la cueva.
De vuelta, el vigilante se queda flipado con nuestra velocidad de ascenso y descenso....pero ahora si, una buena cena para recuperar fuerzas, y mañana haremos la vuelta a casa, sin prisa. No sea que se pongan nerviosos los aitas.
Como los sitios están preparados de antes, terminamos de acondicionar el espacio, y nos tenemos que tumbar los siete.....de globo, si viene alguien más, se queda fuera....no cabe una aguja, y con las cabezas hacia un lado y hacia el otro, al caer la noche, nos dedicamos a patearnos las caras de los que están a nuestros pies, para acomodar mejor los cuerpos, mientras en el silencio de la noche, se oye un buen concierto de ronquidos.
Al parecer, nadie a pegado ojo, pero los gruñidos de los osos, han retumbado a lo largo y ancho de la brecha, y así hasta el amanecer, donde con caras de sueño, nos volvemos a ver las caras de nuevo.
Nos mudamos, regresamos a casa, después de un café bebido , un zumo, o un trago de agua. Vuelta a recomponer la impedimenta, y a bajar los pocos metros que nos separan de la civilización, donde por supuesto, nos esperan los platos de comida caliente, y no a todos, unas cervezas bien frías.
Por cierto, la cordada express, también cumplió su objetivo.