LAILA PEAK. KARAKORUM. PAKISTAN

 



Casi se convirtió en una obsesión. Hasta un libro escrito, intentó reflejarlo. 

He llegado más allá de los sueños al intentar abrazar sus piedras.

Es fácil escalar una montaña de seis mil metros. Es muy difícil escalar una montaña de seis mil metros.

Motivación es la palabra clave.

Laila es la palabra clave. 

Muchas claves para una empresa tan ambiciosa. 

Días de viento y calor, días de lluvia y frio. Días de risas y amistad. Días de descubrimientos. 

Ningún paso ha sido en vano, ni los de subida ni los de bajada. Cada paso ha sido pensado con un propósito, con un fin. 

¿ Cual ha sido el fin? 

¿Dónde esta el fin? 

¿Esta arriba o esta abajo?

Si la idea original es abrir una ruta en un pico virgen, poco se ha cambiado de la realidad. No es un pico virgen, pero ¿No son vírgenes los pasos en nuevos caminos? ¿No son vírgenes las imágenes retenidas en las retinas ante fantásticos paisajes? Todo son incógnitas ante lo desconocido. Si el entorno es amable, las respuestas son mas placenteras. 

Trabajando la montaña hasta la extenuación, intentando meterle aire al cuerpo, que se desinfla día a día, paso a paso.

Descubriendo rincones, enriqueciendo el espíritu de los pioneros que habita dentro. 

Turismo de exploración me han dicho. Si no hay cima no hay gloria. La gloria es una imbecilidad si no tomas parte de ella. ¿A quien le importa la gloria? Diez minutos han pasado y ya nadie se acuerda. 

Tan solo tu recuerdo permanece vivo.





El paisaje tiene tanta fuerza, que te sientes el enano del enano. La luz casi impide abrir los ojos, y por las comisuras de estos, descubres postales allá donde miras. Todo es belleza. 

La dureza de la alta montaña hace sangrar los pies acorazados en pesadas botas. Sin parar de moverlas quieres llegar arriba, y te pierdes entre sus piedras. Inventas nuevos caminos jamás antes recorridos, o quizás si, pero nuevos al fin y al cabo. Paisaje virgen bajo tus pies. Huellas en la nieve derretidas con los primeros rayos del sol. Las nuevas nieves se encargarán de tapar tus marcas en el camino, sin que te des cuenta. Tan solo quedará en tu interior la huella por la que marchaste tan lejos a descubrir nuevos horizontes. 

Es tan grande el mundo y tan corta la vida. 

Son tantos los lugares y tan escaso el tiempo.





Todas las técnicas sirven para escapar del abrazo fuerte de la altura. Ves la paz del suelo, y el reloj no deja de dar vueltas enloquecido en su eje. Se escapa la vida de entre los dedos, y quieres correr más deprisa, sin tropezar. La oscuridad es buena aliada a veces. Otras no. 

Vuelves la vista del cielo al suelo, y ves donde descansa el amoroso saco de plumas. Deseas volver a el, y tienes una dura jornada de vuelta. Colgado de una cuerda, miras hacia donde la dejaste atada, y sin querer una letanía escapa de tu mente...- Aguanta, aguanta, aguanta...-

Es tu vida la que pende de ese hilo, literal, e intentas ser cuidadoso en tus impulsos, en tus deseos. Tu vida pende de un hilo. 

Y esa motivación, y esas claves te dan la razón. No soy nada sin mis compañeros, ellos también tienen la razón, también tienen su razón. No estarías aquí sin ellos, ni ellos estarían aquí sin ti. Una parte inconclusa cada parte por separado. Un buen equipo. Una verdadera amistad. Una verdadera hermandad. Tu los elegiste. Ellos te eligieron. Sin sorteos, ni medias tintas. Grita si así lo entiendes. Todos tenemos errores dentro que salen en los peores momentos. Y ya. Una nueva página escrita, y al final más risas. Por que ese es el verdadero placer cuando estas tan lejos. Reírte de los momentos duros. Reírte ante la ferocidad de los malos momentos. Y de vuelta, abrazarte como se abraza de verdad, sin miedo.