RIGLOS, CURRUCUCLILLO 230 m. 6A+ PICO TEBARRAY 2886 m.

 



Sin permiso, pongo la reseña.


No tiene nada que ver, una con la otra. Dos actividades completamente distintas, que sin  embargo, han sido complementarias. Una sale de la amistad bien entendida, y la otra de la necesidad de estar solo, con uno mismo.


RIGLOS


Roca caliente, en el reino de lo vertical. Una lesión, que deja al cincuenta por ciento una mano. Escalada difícil a una mano, escalada complicada a una mano. Tirando de recursos, tirando de imaginación, hasta salir por arriba. Amistad de muchos años atrás. De las buenas. No hace falta hablar mucho para saber que hay en juego. No todos son igual, muchos pasan, pocos se quedan. Algunos dejan aroma. Aroma nauseabundo.

El reino de los bolos, está casi vacío. Una sorpresa, reunión con otro amigo de hace menos años, que saca la sonrisa el estar agusto compartiendo una charla. Esa piedra a la que te agarras que parece que se va a salir cuando tires de ella. Esos pies que no colocas en ningún lado, y patinan hasta trabarse en una piedrecilla minúscula. Esas generosas panzas rigleras que parece que te estés subiendo a una mesa y después a otra, y después a otra ...

Apenas cordadas en los alrededores. No hay gritos,  -¡Pilla! ¡Reunión! ¡Dame cuerda!- Tan solo los cantos de los pájaros que haciendo piruetas pasan al lado. Roca caliente que no ha disipado todavía los rayos de sol acumulados en la tarde de ayer. Roca amiga, cuerda amiga, brazos amigos. Lo he dicho antes. Amistad.







TEBARRAY





El día está nublado, ¿Yo por dentro? 

Quiero caminar, pensar, decidir. Ayer fue un chute de alegría, hoy quiero meterme en mi. En la cuesta del fraile, me falta el aire. Para, haz el paso más corto, relájate. Camina despacio.

 No veo a nadie alrededor, tan solo mi corazón acelerado, fatiga en las piernas, y la vista más allá, son mi compañía. Disfruto de la subida, del llano y de la cuesta pronunciada. La nieve aparece para marcar mis huellas. Dejo el rastro tras de mi, y vuelo sobre la nieve húmeda, pegajosa, sopa de nieve. No hay sol, en su lugar todo es gris, no así mis pensamientos, que van floreciendo como un día primaveral. La roca acompaña el camino, unas veces a un lado, otras a otro, otras debajo. Que distinta a la de ayer.

 Un manto blanco me cierra la vista en los últimos metros, pasos fatigados al llegar a la cima, donde se abre de repente el mundo. La vista es increíble, ancha, alta, enorme. Muchos picos casi olvidados por los meses de encierro, vuelven a empapar las pupilas de montañas pirenaicas. Que suerte tenerlas tan cerca ahora, tan lejos ayer, y echarlas de menos durante tanto tiempo. Más arriba, no se puede, aunque quieras, desde aquí ya no se puede. Toca volver a andar el camino ya andado, con otra perspectiva. Salgo del yo interior, y el sol también sale. Mucha gente que saluda en un día que se ha convertido en radiante. Bueno para la vista, malo para la nieve. Ganas de andar el Pirineo. Ganas de andar, escalar, pasear, recorrer los Pirineos. Ya por fin.