CURAVACAS 2.525 m Montaña Palentina.



De donde viene el nombre ???....... de un arroyo nos han contado .....porque subirlas para luego tirarlas......
Todo son ideas.   Quizás la respuesta esté en el bar de Vidrieros ....




En el horizonte, un fin de semana de mal tiempo ..... otro más.   Busca y rebusca en las páginas del tiempo,  ¡¡¡ no puede hacer tan mal tiempo en todos los sitios !!!  .....
ANTSOAINGO MENDI ESKOLA, se la juega con el tiempo cada vez que tiene programada una salida....parece que por aquí ...... no, malo también ..... pues a buscar por el otro lado.....¡¡ Bingo !!!. Siempre mirando hacia el este, y la solución estaba al oeste.
Al parecer, el sábado no pinta muy bien, pero el domingo, es otra cosa. 
 Nos la jugamos ???  
 Nos la jugamos.
Así que carretera y manta otra vez ....... mas kilómetros acumulados a las espaldas.   Es lo que tiene este "oficio".
Lluvia, viento, nieve, carreteras limpias, carreteras nevadas ....
Esta vez, vamos de exploración.   Ninguno de nosotros ha estado por allí antes.   Solamente conocemos de oídas, y de las informaciones en revistas e Internet.

Llegamos a Triollo, un pueblecito anterior a Vidrieros, que es de donde vamos a salir, en busca de la cima.
En Triollo, el albergue Curavacas, tiene sitio para que podamos dormir.   Preguntamos, y si, en efecto, hay sitio, tan solo hay otro grupo.   Más tranquilos, vamos hasta Vidrieros, para ver el camino que nos sacará del pueblo, y como hay bar.....
Una cerveza en el bar  El Lago, donde nos atienden de maravilla, y nos dan incluso mas explicaciones de las que pedimos.
Tenemos el resto del día por delante, y nos dedicamos a pasear, hacer el chorra, y ver los dos pueblos.








Suena el despertador .... no todos, y cuesta desperezarse, vestirse, desayunar ....
Salimos a la calle, para el corto desplazamiento, y el frío muerde con ganas.




Por una pista nevada, nos alejamos , o nos acercamos .....     El camino parece fácil, solamente en algunos momentos, parece que tendremos que echar mano de la imaginación ..... cuando la nevada de ayer, hace que los arboles, estén inclinados por el peso de la nieve a nuestro paso.   Vamos rodeados de noche, caminando por una alfombra nueva de nieve.   De vez en cuando nos perdemos, y tenemos que volver  atrás nuestros pasos, para interpretar el camino correcto, y ya con las primeras primerísimas luces del nuevo día, nos vamos a dar cuenta de que nos acercamos a donde queremos.





Vamos a subir por el callejo grande, la normal .
Se intuye, casi se adivina toda la ruta, y sin parar, por eso de quitar el frío, tenemos que parar a quitar ropa.... nos cocemos literalmente, bajo las capas de ropa.
Más ligeros, seguimos campa arriba, sin darnos tregua en ningún momento.    La nieve, se ha ido acumulando en algunos sitios, y nos pone a prueba. 
Ayer nevó, pero antes de esta última nevada, la nieve vieja, había comenzado a transformarse, y el hielo, permanece oculto a nuestra vista.    Calzamos crampones, y seguimos pisando esta trampa.  




El ascenso, no es complicado, solo requiere un pie tras otro, un paso tras otro, y de vez en cuando, darse la vuelta para admirar el paisaje.
Apenas nos quedan cincuenta metros de callejo, para llegar al collado, donde deberemos girar a la izquierda para llegar a la arista cimera, cuando hacemos una parada.    La nieve nos llega al muslo, tal es la acumulación....las rueditas de carro, caen muy numerosas, el sol pega con fuerza, y es cuando en nuestras cabezas, saltan las alarmas. 
La mala combinación de hielo debajo de la nieve,y la inclinación de la pala, hace que terminemos nuestro proyecto, de forma adelantada, y sin buscar excusas, desandemos el camino, sin salirnos de la huella.



No hay susto en el cuerpo.   No hay sensación de fracaso.   Somos responsables de nosotros mismos, y de nuestros amigos.   Cuando no se ve, no se ve. 
Siempre nos queda Curavacas.  Su cima, sus canales, sus escaladas y sus paseos.    La próxima vez seguirá esperándonos, como lleva muchos años.
Disfrutamos , ahora si, de las imágenes que nos deja el bosque nevado, del sol reflejándose en la nieve, de la gente tan alucinante que nos hemos encontrado, de lo bien que nos han tratado, y de haber encontrado un lugar fascinante , que nos ha pillado un poco el corazón.













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