Superintegral de Mampodre. Maraña. León.


 

Asomado a la puerta del albergue La Parada de Maraña, el paisaje solamente con verlo, invita a recorrerlo. Con sus trece picos por encima de los dos mil metros, te reta. No es una apuesta fácil. Son más de dos mil metros positivos, y un montón de horas de andar, trepar, subir y bajar, aunque haya quien lo ha echo en poco más de una hora, pero eso es otra historia. No se donde aparca el O.V.N.I.

Unos novecientos cincuenta metros verticales nos separan desde el albergue hasta la cima de este primer pico, La Polinosa, (2159 m.) donde por praderas herbosas y sin ninguna complicación, vamos a tener unas vistas enormes. 
Pues no.
 Hoy el día está con mucha calima, y no se puede disfrutar a tope del paisaje. No importa, la temperatura es buena, no corre brisa, el sol no calcina, y las ganas todavía están intactas. Convento (2.146 m.) La Cruz (2.196 m.) La Uve (2.161 m.) , y vuelta sobre los pasos para el Salamanquino (2.105 m.) y el Cervunal (2.173 m.) 


La Polinosa ya no es ese pico puntiagudo que se veía antes, al ir cambiando la orientación, los picos se tornan más amables o más agrestes dependiendo de donde nos lleven los pasos. Pasos por praderas, por canchales y por aristas más o menos abruptas. La Graya (2.071 m.) y Peña Bustil (2.031 m.)  nos llevan hacia la Peña Mediana/Azahara (2.052 m.) y Peña brava (2.094 m:) que es donde comienzan las agujas al cielo, los gendarmes sus rodeos y la parte más endiablada, sin pasarse, pero donde más atento hay que estar.









El Crestón de los Cubos (2.091 m.) tiene numerosas canales que no hay que seguir. Si que rodeamos el primer gendarme por la derecha, y subimos para rodear el segundo por la izquierda, hasta encontrar una canal que nos lleva a una cuerda anudada para hacer una especie de rapel y poder bajar hasta el collado. La canal en cuestión, es la de la foto de aquí encima. Montamos tres hitos , uno a la entrada, otro en medio y otro al final, casi al lado de la cuerda, por que si no te metes no los ves, y eso si las nieves la lluvia o el viento no los han tirado. Ahora viene lo bueno. De este collado, bajamos y bajamos una enorme pala de hierba resbaladiza, hasta cruzar un riachuelo donde podremos coger agua siempre que corra y cuando no haya ganado por arriba. Pero amigo, coge fuerzas por que de nuevo lo que has bajado por una vertiente lo tienes que subir por la otra, para volver a la cresta que nos lleva al pico del mediodía, pero aún falta un buen rato para eso. 











Vemos la penúltima cima y parece que no llegamos nunca. Seguimos por cresta amable, con algún paso entre rocas donde solamente hay que guardar el equilibrio sin echar las manos, a punto de tirar la toalla por que llevamos bastantes horas de pateo ininterrumpido, pero aún no nos podemos bajar, hay que completar la superintegral, que para eso hemos venido, hasta que pisamos la cima del pico Mediodía  (2.179 m.) Paradita para ver el albergue desde donde hemos salido debajo de Peña hoguera, el pueblo de Maraña, y poco mas por que la calima nos lo impide. El embalse de Riaño apenas se distingue. Que bien, ya todo lo que falta es para abajo.....que no, todavía nos queda un pico más, el Valjarto (2.046 m.) y ahora si, ahora todo para abajo, que si se te habían cansado las piernas, ahora las vas a destrozar del todo.








Aún nos queda una hora de bajada hasta el pueblo donde nos merecemos un descanso después de las ocho horas y cuatro mil y pico metros de desnivel acumulados que nos ha costado hacer toda la vuelta. Muy bonita, lástima que no hayamos podido ver el paisaje en todo su esplendor, por que las vistas son espectaculares. En el albergue nos esperan dos muy buenos amig@s, y nos tomaremos una cerveza con ellos... o más.







Directa Yeray 225 m. V+. Peña Rabanal. Rabanal de Luna. Luna. León

 


De la bonita zona de la Babia nos vamos al lado, a zona de Luna, también en la bonita montaña leonesa.

Queremos escalar una vía homenaje, en la que tan solo hay 10 seguros fijos, aparte de las reuniones que solo tienen uno y hay que reforzar. Cuentas y sale uno cada veinticinco metros. Así de entrada acojona un pelín. Por supuesto vamos armados de los seguros flotantes, friends y fisus, y aparte de una buena motivación, unas ganas terribles de escalar en pared, "metiendo" o cacharreando. Alivia saber, que cuando llegues al paso duro, este estará protegido por un bolt. ¡Así ya acojona menos!



La escalada, aunque sea de grado bajo, tiene largos limpios de seguros, por lo que habrá que calcular bien la progresión y la colocación de friends, para que no te quedes sin nada mucho antes de llegar a la reunión, o que en caso de caída tengas los seguros muy lejos, con el consiguiente vuelo, etc, etc ...




Otra cosa que le da carácter a la escalada es que la mayoría se desarrolla por placas en adherencia. ¡Divertido!   Arranco yo en el primer largo que lo cotan de V+, y o estoy muy fuerte y motivado, o es que no es el grado, pero paso sin darme cuenta disfrutando de otra vía en León. Como me gusta escalar en León. ¡Y en todos los sitios! 

Asier llega en un ti ta, y la otra cordada, Luís y Ramón, le siguen casi "oliéndole" los pies. Así en las reuniones, siempre estamos acompañados de los amigos. El sol calienta  nuestras espaldas, pero no quema. Es agradable cuando ha podido con el frío de la noche. 




Las cuerdas pesan. Son largos largos, de cuarenta y cincuenta metros, y arrastrarlas por la pared, tienen su puntillo. Aunque la escalada no es difícil en ningún momento, al contrario, es muy disfrutona, y al echar la vista atrás, el paisaje que va creciendo, alegra. Para mi el largo más bonito de todos, es el último, el del pilar de salida en el que casi vas a caballo teniendo aire a los lados y oliendo el perfume del final de vía. Hay vías más comprometidas por aquí al lado, pero para los que somos paquetes, es una muy bonita forma de echar la mañana, y seguir ruta para seguir entrenando, que para eso estamos por aquí.











Peña Ubiña. 2414 m. Espolón oeste.

 



Peña Ubiña. La había oído nombrar, y no tenía ni idea de donde estaba. Como solamente es un "dosmilcuatrocientos", prácticamente pasó desapercibida el día que recibí algo de información. No me llamaba la atención, hasta que ya la propuesta fue formal. Como vamos a entrenar por la zona de León para lo que vendrá, subiremos Peña Ubiña por el espolón oeste.

 Para eso hay que estar en Babia.

En el precioso valle de la Babia.

Pasada la noche como se puede, cada uno se busca la vida para no amanecer mojado con el rocío sobre el suelo, y habiendo desayunado opíparamente, enfilamos las botas hacia la enorme mole de roca que tenemos delante. Vamos con botas, por que no sabemos que nos vamos a encontrar en el recorrido. Si que desde abajo, ayer, vimos bastantes manchas de nieve. No es nieve continua, pero es fácil que nos la encontremos.



Del barrio de abajo de Torrebarrio, sale una pista que en un rato nos deja casi al pie del espolón, que como un nervio sube por toda la cara oeste. Vamos cuatro así que haremos dos cordadas. Unos tramos de trepada fáciles nos empiezan a llevar hacia arriba como  un resorte, hasta que llegamos al primer resalte del camino. Una trepada de IV protegida con un clavo muy alto. Un poco más a la izquierda nuestros compañeros se pelean con un V. El IV se protege a placer, no es difícil y los cantos son muy netos. Impone una travesía a izquierdas desde el clavo, pero para cuando te quieres dar cuenta estas en una reunión, de un clavo, y puedes proteger a tu hermano de cuerda. Sin duda alguna lo más peligroso a partir de este punto, es distanciarse de la otra cordada, y apedrearlos sin querer, ya que la canal está alfombrada de alguna hierba, y de muchas piedras. Es imposible perderse. Este pasillo nos va a llevar hasta muy arriba. Un nuevo paso de III+ o algo así, en una pequeña chimenea, y solamente queda disfrutar del paseo ascendente, hasta llegar a otro muro donde la dificultad se pone en IV. Tiramos el taco de friends contra la pared, y se van colocando solos en el orden que les de la gana, pero a cañón.



Un poco después, ya nos atrapa el sol. Ya salimos a terreno más abierto donde solamente hay que dejarse guiar por las formas del terreno. Unos ratos a toda cresta y otros escaqueando algún gendarme. No es difícil, no tiene peligros objetivos, sin olvidar en ningún momento que estamos recorriendo una cresta de montaña. La roca tiene un tacto especial, absorbe casi las suelas de las botas, de la adherencia que consiguen ambos elementos. Y después de unos mil doscientos metros de desnivel, llegamos al vértice geodésico que marca la cima. Algunos de los que ya están cuando llegamos nos piden hacerse la foto de cima con la cuerda. (Risas)



El descenso lo hacemos por la normal de subida, y así de esta manera cerramos un círculo en Peña Ubiña. Un paisaje de cuento, en un lugar de la Babia. Muy recomendable.