MIDI D¨OSSAU. Hoy no toca

 



Ya queda atrás una noche que no vivirá en el recuerdo. Escandalosamente lluviosa. 
Ha amanecido nuboso el día, con esa pesadez que avisa que no ha terminado de escurrir lo que todavía almacena arriba, y la mochila, como siempre llena de ganas, nos invita a caminar. 
¿Importa si el sol no lo vamos a ver? 
¿Importan las amenazas tormentosas? 
Queremos monte, y lo queremos ahora. 
Con el regusto del café en el paladar, la cuesta cuesta menos, el paso es generoso, derrocha vitalidad, derrocha ganas. 
El destino elegido, es ansiado por muchos. 
Unos antes, otros después, dan la vuelta. El delicado bailar en roca mojada quita las ansias. Caras largas ante las negativas a intentarlo tan solo, caras que se vuelven risueñas un segundo después.
Estaba fingiendo. 
Plan nuevo, las ganas no se pasan. 




El Pic de Saoubiste, y el Pic de Pombie, solamente son espectadores. Quedan al lado, y casi nadie los ve.
En los cálidos días de verano, y en los fríos de invierno, en los verdes primaverales, y en los apagados otoñales, siempre están mirando, como montañitas de segunda fila, cómodos en sus cotas más modestas que el vecino grande, olvidados las más de las veces. No pueden competir sus dos mil doscientos sesenta y uno, sus dos mil ciento noventa y ocho, contra los dos mil ochocientos setenta metros. 
- ¡Enanos, siempre a mis pies! -
Hay que ser montañero, y muy montañero para llegar hasta arriba, por ese caminito fácil y peligroso, lleno de trampas para los inexpertos, también para los otros, los que saben. No bajes la guardia.

Ahí te quedas montón de piedra, vamos a pasear por la hierba verde, que mojada tiene mejor aroma, y a ti, altivo egoísta, ya vendremos, no te vas a mover, estarás desprevenido, y nuestras botas pisarán tu cima.
 Le das la espalda casi con desprecio, sin despreciarlo, y te alejas. Se quiere morir de la envidia al ver que la distancia crece. Subes sin sudar a los enanos, y lo ves desafiante, envalentonado, cercenada su cima por las nubes. 
No desmerecen por ser pequeños. Una amable cuesta herbosa, y una escarpada espalda de piedra. Depende de donde los veas. 




Como pulgas en la cabeza de un león, disfrutando del horizonte. Tres cimas tiene uno, y otra mas el otro. ¿Pensabas que nos conformaríamos con una? 
Montañeros y muy montañeros insaciables, paseantes, caminantes, andarines, y al grande ni tocar.
De nuevo acaricias su falda, al pasar de vuelta, sigue sin inmutarse.
Que mas da, 
ya me voy, 
aquí te quedas hasta que me apetezca volver a verte viejo amigo, 
otro día, 
seguro que no te habrás ido, 
se que estarás aquí, 
y quizás los amigos sean otros,
tu estés de mejor talante y nos miremos a los ojos allí arriba, 
donde se supone que deben estar. 
Es sabido que casi todos han estado o quieren estar allí, donde apuntas al cielo, donde se ve en redondo, donde se ven tus otros amigos, donde sabes nombrarlos. 
Es sabido que te dejas, pero no hoy. Hoy te quedas con tus cosas de monte, con tus pensamientos de monte, con tus nubes amigas que engolan tu cima.
A mi espalda quedas, otra es la dirección. Volveremos a vernos, quizás para escalar, quizás para trepar, quizás para andar. 
Au revoire majo. 
Agur. 
Adiós.