Uno de esos días, en que la agenda se queda pequeña, con las ganas revolviéndote la cabeza y las tripas, con deseos de salir ... hacer algo....que si se cae la casa, que no te pille debajo. Por fin, el plan convence, y una vez que ha salido el sol, salimos nosotros también.
He oído, que no es una escalada fácil, pero eso, hasta que no esté metido en faena.....habladurías.
Queríamos haber entrado desde abajo del todo, pero por gracietas del destino, al no encontrar el camino, aparecemos en lo alto de lo que sería nuestro primer largo. Un camino fácil, con una sirga, en un paso un poquito expuesto, nos ha dejado en la antigua reunión cero.
Mi hermano de cuerda, arranca el primer largo. Se le hace un poco raro. La roca tiene muy buena adherencia, y las chapas, de momento están cerca. Va ganándole metros a esta proa de barco pétreo, que desafiante, se yergue a un lado de la carretera, a la entrada del pueblo. No es un pulso fácil, la roca se defiende, con un largo graduado de 6a+, en el que la continuidad es la tónica. Lo veo bailar sobre pequeños agarres, y visto desde abajo, no me doy cuenta de la batalla a la que se está enfrentando. El viento, que hasta hace un rato, no se movía, empieza a bailar con el. Apenas treinta y cinco metros mas arriba, el tiempo se detiene, y al grito de reunión, se que ahora me toca bailar a mi. Que fácil se ve todo, con la cuerda por arriba, cuando la cabeza tan solo se tiene que preocupar de escalar, sin miedo a caer....
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