Peña Ubiña. 2414 m. Espolón oeste.

 



Peña Ubiña. La había oído nombrar, y no tenía ni idea de donde estaba. Como solamente es un "dosmilcuatrocientos", prácticamente pasó desapercibida el día que recibí algo de información. No me llamaba la atención, hasta que ya la propuesta fue formal. Como vamos a entrenar por la zona de León para lo que vendrá, subiremos Peña Ubiña por el espolón oeste.

 Para eso hay que estar en Babia.

En el precioso valle de la Babia.

Pasada la noche como se puede, cada uno se busca la vida para no amanecer mojado con el rocío sobre el suelo, y habiendo desayunado opíparamente, enfilamos las botas hacia la enorme mole de roca que tenemos delante. Vamos con botas, por que no sabemos que nos vamos a encontrar en el recorrido. Si que desde abajo, ayer, vimos bastantes manchas de nieve. No es nieve continua, pero es fácil que nos la encontremos.



Del barrio de abajo de Torrebarrio, sale una pista que en un rato nos deja casi al pie del espolón, que como un nervio sube por toda la cara oeste. Vamos cuatro así que haremos dos cordadas. Unos tramos de trepada fáciles nos empiezan a llevar hacia arriba como  un resorte, hasta que llegamos al primer resalte del camino. Una trepada de IV protegida con un clavo muy alto. Un poco más a la izquierda nuestros compañeros se pelean con un V. El IV se protege a placer, no es difícil y los cantos son muy netos. Impone una travesía a izquierdas desde el clavo, pero para cuando te quieres dar cuenta estas en una reunión, de un clavo, y puedes proteger a tu hermano de cuerda. Sin duda alguna lo más peligroso a partir de este punto, es distanciarse de la otra cordada, y apedrearlos sin querer, ya que la canal está alfombrada de alguna hierba, y de muchas piedras. Es imposible perderse. Este pasillo nos va a llevar hasta muy arriba. Un nuevo paso de III+ o algo así, en una pequeña chimenea, y solamente queda disfrutar del paseo ascendente, hasta llegar a otro muro donde la dificultad se pone en IV. Tiramos el taco de friends contra la pared, y se van colocando solos en el orden que les de la gana, pero a cañón.



Un poco después, ya nos atrapa el sol. Ya salimos a terreno más abierto donde solamente hay que dejarse guiar por las formas del terreno. Unos ratos a toda cresta y otros escaqueando algún gendarme. No es difícil, no tiene peligros objetivos, sin olvidar en ningún momento que estamos recorriendo una cresta de montaña. La roca tiene un tacto especial, absorbe casi las suelas de las botas, de la adherencia que consiguen ambos elementos. Y después de unos mil doscientos metros de desnivel, llegamos al vértice geodésico que marca la cima. Algunos de los que ya están cuando llegamos nos piden hacerse la foto de cima con la cuerda. (Risas)



El descenso lo hacemos por la normal de subida, y así de esta manera cerramos un círculo en Peña Ubiña. Un paisaje de cuento, en un lugar de la Babia. Muy recomendable.





















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