No es extraño,que, cada vez que sale mi club de montaña, el tiempo se estropee.
Sin apenas haber dado dos pasos, las nubes grises aparecen, y en unos pocos minutos, comienzan a dejar caer su carga. Esto nos hace mirarnos, y volver a comentar lo de siempre.... Pensamos que va a ser otra excursión, pasada por agua.
Al rato aclara, y el agua en vez de mojarnos desde arriba, nos moja desde abajo. Hay que andar con cuidado, para no quedarte enfangado.
Tras unos pocos titubeos, alguien se lanza adelante, y consigue la cima.
Como siempre después de subir, toca volver a bajar.
Elegimos un camino jabalinero, por ahorrarnos una hora de andada, y nos cuesta casi tres. Es la hora de la diversión. Con los cuerpos ya algo cansados, las piedras del camino, se cuelan entre nuestros pies, y nos ponen la zancadilla, no una, ni dos veces, si no unas cuantas más.
Nunca pensé que lo diría, pero al ver el cementerio del pueblo, me he quedado aliviado. Ya llegamos al punto de partida de esta bonita circular, y respetando las tradiciones, volvemos a poner el broche final, con una sonrisa y otra cerveza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario