No se de quien es la reseña, la he vuelto a mangar, pero la tengo interiorizada de tantas veces como la he hecho. Exagero si digo que han sido mas de 100 ?
Si, seguramente, pero han sido un buen puñao.
Es viernes de puente, así que un gran amigo, y un amigo suyo, nos damos cita en Egino, junto a la Leze, para pasar un divertido día de escalada.
Ellos no la tienen hecha, así que casi voy de guía hasta la entrada, y al descenso.
Tira el primer largo, y hay que gritarle que pare, ya que si no, nos arrastra hacia arriba con ese hambre de escalar que trae. La escalada es sencilla, pero como siempre hay que ir tanteando la roca, y buscando como colocar bien los pies, no vaya a ser que el apoyo se vaya..
Uno un largo, otro otro largo de cuerda, y la distancia al inicio, crece. Entre trepada y trepada, le damos una clase magistral de colocar seguros flotantes al resto de la cordada, y de como gestionar la cuerda para asegurar al segundo y al tercero, que le dejan sonriendo, y con la cabeza llena de dudas y de datos.
Pero no decae la fiesta. Las risas muy juntas a veces, y mas distantes a ratos, se oyen hasta en la autopista que pone un rumor de fondo.
Y como todo lo que empieza tiene un final, nos encontramos en el último largo de la arista, acompañados del vuelo de los buitres, que pasan siseando por debajo, y es el largo más bonito, dentro de esta dificultad, y que nos deja en la cima con un excelente sabor de boca.
Buscar la bajada y también disfrutar de ella, es acabar muy bien una vía.
Gracias chavales, Andrés y Manolo por esa mañanita tan rica, y la cerveza que nos tomamos al final.
Hasta la próxima.
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