CORREDOR ABRAXAS. MD 80º 600M. EL PABELLON.



Con la calma, salimos del parking. Una aproximación de tres horas nos queda por delante, pero eso no lo sabemos. Karlos se ha unido al equipo. Somos 4. Haremos dos cordadas. La pista la dejamos, correteamos por los mil caminitos alternativos a la pista, y el recorrido es un sube y baja constante. La nieve que encontramos está dura como el cemento. A lo lejos, en los conos de entrada a los distintos corredores, La gran diagonal, Mª José Aller, Maribel, etc, etc, se ven autenticas romerías de romeros con ansias de subir por sus paredes. Vamos más lejos, hasta el Pabellón, casi al fondo. Encontramos dos cordadas en el Mª Luisa, otro clásico de la sierra de la Partacúa. Aún un poco más lejos. Corredor Abraxas... al parecer de incierta formación, y hoy en condiciones más que aceptables.
Hielo escondido, hielo pirenaico, nieve prensada, nieve corcho... todos estos adjetivos oigo en unos segundos... todos referentes al estado de condiciones del corredor. Unos 600 m. nos separan de la salida, así es que nos vestimos para la fiesta. Karlos arranca el primer largo, y no llega al arbolito de la reunión, se apalanca en un trozo de roca, donde llega en travesía, y monta una reunión, que no se yo...
 Ramón sale a echarle una mano, y se queda colgado de un clavo, en un lugar difícil, y paciencia, que sale Luis, segundo de la cordada de Karlos, para intentar llegar a una reunión mejor, y cuerdas para aquí, cuerdas para allí, en un momento, se forma montonera, y el roce y la zeta, a alguno le impiden moverse. Yo si que me muevo en el suelo,... el frío va entrando en mi cuerpo.




Orden y concierto al cabo de un rato. Mi hermano de cuerda, esta en la reunión buena, salgo de segundo, recogiendo el material de los que me preceden, escalo agusto, esta nieve prensada se deja pinchar, no te pases con la pegada, que pierdes el piolet en el agujero, escala tranquilo, que ya llegarás. Al pasar por la reunión de mi primero, sigo hacia arriba, es otro resalte tieso, pero no es difícil, al menos no lo siento, ya que no puedo mirar hacia arriba. Si levanto la cara, todo lo que va recibiendo mi casco y mi capucha, entraría a formar parte de mis ojos, y ni con gafas evitas esta ducha helada de nieve polvo, ni estos chuzakos que me caen desde los pies de la cordada que sube delante.
Un corto resalte a 80, prácticamente desguazado por las temperaturas, frías, pero podrido, me saca a una campa.
- ¡¡ Monta algo !!
Pero que.... tan solo tengo tres tornillos... En la campa siguiente, intento triangular los tornillos... serrín, aire...no agarran...Los piolets clavados a muerte, ¿ dan la necesaria seguridad ? 
Ahora nos toca navegar por campas interminables, mas o menos tiesas, pero interminables. Ya han acabado las principales dificultades, y largo a largo, con algún seguro intermedio, nos van sacando de este callejón. 



Tan solo nos queda una travesía final, con un patio que quita el hipo, y saldremos al sol. Ahora solo queda comer, beber, y bajar. Bajamos por la canal de Pacines, hasta llegar al largo superior de la cascada Silvia. Un par de rápeles, nos dejarán en el suelo, y de aquí a la pista, donde nos queda otro pateo hasta el coche. La noche se nos cae encima. Vemos el amanecer de la luna, en el último tercio del camino. Antes, como farolillos colgados en la noche, nos dicen que a alguien se le ha echo de noche en los corredores. Más de veinte frontales contamos por allí arriba.
Una bonita actividad, en un rincón casi olvidado del pirineo, donde nos lo hemos pasado de primera. Otra experiencia a la mochila. Llegarán más, lo sé, en este invierno. Ya estoy afilando otra vez los piolets.






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