ECRINS. Le Y, Rose Cervical,Le Chalp Rondé,Ancrage de Dent, L´tubé.



Hay días... y hay días. Hay días en que te sientes campeón, y hay días. Hay días en que la suerte está de cara, y hay días en que te envuelven tus lados más oscuros. Casi dos años sin pinchar hielo, me hacían desearlo. Pero la cabeza, también tiene sus días. Me marcho a Ecrins, una vez más. Esta vez hago el viaje solo, los amigos, compañeros, hermanos de cuerda, llegan mañana. Disfruto de la soledad del viaje, con la música a todo volumen. Voy a triunfar seguro. Mi gran baza, son los que llegan mañana. Luís y Ramón. Otra vez juntos, otra vez agusto. Una vez más. Los tres Mosqueteros.
El reencuentro, es como si nos hubiéramos visto ayer. Nos organizamos en la casa... perdida en el corazón de los alpes, San Marcellin.
Unas pocas horas de descanso al viaje, nos dan fuerzas para comenzar las actividades. Ceillac nunca defrauda, a pesar de haber caído hace unos días una nevada de las que impresionan. Todo quedó blanco, en silencio amortiguado. Ceillac nunca defrauda, y por supuesto, LE Y, BRANCHE DROITE está casi en condiciones. Los resaltes distintos de todas las otras veces, por que ya van, cerca de veinte ascensiones por esta cascada, la puta Y. Tantas veces recorrida... y que me da el puntito que me hacía falta de ganas, de intentar otras ascensiones.



Está justita. El primer resalte es una campa de nieve. Se deja pinchar. Nos vamos por la derecha, y el siguiente resalte, un poco más tieso, también se deja fácil. Todo el mundo se baja desde aquí. Pero seguimos caminando hacia arriba, y el último resalte, el que nos habían dicho que no se podía hacer, lo tuvimos que desenterrar de nieve, y el hielo estaba debajo... a unos treinta centímetros. Pero estaba. No va a haber hielo ??
La bajada rapelando la vía, fue lo único que nos faltaba por hacer en ella.
Hay más días que sandías, y al siguiente, seguimos con la marcha, otros compañeros nos chivan de las condiciones por otros valles, y para allí que nos vamos.
ROSE CERVICAL, nos ofrece un gran planchón de hielo, y solamente hacemos su primer largo, el resto está enterrado por la nieve, pero le damos veintemil pegues por todos los lados.




Un día mas tarde, la alucinación, o la enfermedad del hielo, hizo ver a uno de los tres mosqueteros, un tubo de hielo, allí donde nunca antes  había existido, y como chacales hambrientos, nos fuimos a buscarlo.... Horas de paso apresurado en raquetas, y una muy entretenida entrada a un barranco lleno de merengues de nieve, que se deshacían a nuestro paso, en busca del hielo inédito, en busca de algo que solo existió por un momento, en la imaginación, o en la alucinación, o en la falsa realidad que nunca se nos reveló, y nos hizo dedicar un día a la búsqueda de un fantasma de hielo.
LE CHALP RONDÉ, Un bonito velo de novia, desparramado en un rincón de la montaña. Una formación no siempre en condiciones de ser escalada, y que hoy, tras el fiasco de ayer, nos permiten pincharla a placer. También primer largo, pero ya nos estamos metiendo en terreno vertical, donde los brazos y los gemelos, se tensan, para disfrutar de cada centímetro de hielo ascendido. Los seguros son fiables, y aún y todo, no les dejamos trabajar, subimos tranquilos, seguros de nuestros movimientos, tantas veces ensayados, en los días precedentes, y en los años que ya quedaron en el recuerdo




 Y descubrí Cervieres. Un valle, al fondo de un valle. El lugar donde se fabrica el frío. Dicen mis mosqueteros, que aquí nacieron la Heidi, su abuelo, el papa Noel, y la de Frozen.... La temperatura hace tiempo que dejó de tener calor, el agua que corre por el riachuelo a los pies de la pared, lo hace a duras penas, entre el tapiz de nieve blanca e inmaculada... Tan solo un rastro de huella, rompe la pureza blanca, y este rastro te lleva a una pequeña pared, de unos cuarenta metros de altura, donde desde su ático, el agua caía, y de durmió. Y se quedó dormida en una postura, que es la que venimos buscando, cortinas de agua helada, tubos de agua helada, que dan unas formaciones maravillosas.

                                                                            

 Aquí viven unas de las cascadas más famosas de la zona, ANCRAGE DU DENT,
 y el fabuloso L´TUBÉ. Aquí la dificultad, se va haciendo mucho mas notable, la primera es un WI5, y la segunda sube hasta un WI6.
Quiero medirme con ambas, pero no a fuerza, si no a técnica. Luís coloca la cuerda por arriba en la primera, y con la seguridad me enfrento, colocación de pies... pegada con el brazo, y que sea la justa para no romper demasiado este lienzo, recolocar los pies, y darte cuenta que ya tienes un metro mas de distancia al suelo.. y seguir progresando a placer, hasta que con la punta de los dedos, tocas la reunión, y te toca bajar y volver a la realidad. Y lo vuelvo a intentar, y los tres pasamos un largo y agradable rato, subiendo y bajando.
Pero a unos pocos metros, esperando , tieso, muy tieso, desplomado en su primera sección , erecto en  su totalidad, y apoyado en su final, con un pie bien sujeto en el suelo, este cigarro de hielo, se muestra muy alto. El guía nos dice que mejor que usemos su cuerda para escalarlo, perdón, para subirlo. Y le hacemos caso. Cuando es mi turno, me acerco casi con miedo. Se que voy a ir seguro, pero al mirar hacia arriba desde su base, apenas veo el cielo. Tan enorme es la mole de hielo que tengo pegada  casi en mi pecho. Levanto un brazo, y le doy un ligero golpe con el piolet, y el metal, entra con facilidad. El otro piolet, hace lo mismo, y en el momento que clavo las puntas frontales de mis crampones, se que esto va a ser una fiesta, dura pero una fiesta. Tiro de las empuñaduras, y me elevo, repito las acciones, y me elevo, y así, sin tregua, sin prisa, sin pausa, hacia el cielo que ahora se deja ver cuando miro hacia arriba. Los brazos gimen, lloran, el lactato se apodera de los músculos, pero no das tregua, paras, colocas la postura, y te sueltas para descansar, un brazo, el otro brazo, y la técnica funciona, el entrenamiento también, y las ganas de ver que hay un poco más arriba, te llevan en volandas. He sido capaz de subir, que no de escalar, un grado 6. Mucho más de lo que había imaginado en mis mejores sueños, y el sueño ya es una realidad.


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