LAGO DE LUNA. D/IV+, 240 m. Peñas del Prado. León.

 

Hoy, toca escalar. 
Una vía facililla, sin que por eso tenga su miga.
Es la tercera vía que escalo en este bonito rincón. Una vía, donde los seguros fijos, no brillan. 
No por que sean mate..... no hay.
 Así de simple, tienes que buscarte la vida, para navegar seguro por esta pared.

Ya había oído hablar de ella, y tenía ganas de probarla. Mis compis, también tienen ganas, pero nunca antes han escalado de esta manera....
A mi es la escalada que realmente me gusta, roca limpia y sin dañarla, que es lo mejor.





 
 
 En apenas media hora de aproximación, estamos debajo de la pared, buscando.
Apenas unos minutos más tarde, los gatos comienzan a pegarse a la roca, los friends vuelan hacia las grietas, la cuerda corre hacia arriba, como una serpiente al ritmo de la música. 
No estoy escalando, soy parte de la escalada. 
Mi cuerpo, mi mente... es escalada. 
Interiorizo la roca, la acaricio, la aprieto, la mimo... Y ella me deja progresar, me deja protegerme ante una eventual caída, pero no me deja caerme, me absorbe, se pega a mi cuerpo, formamos un todo único. Es el primer largo de cuerda, y la sensación es tan rica, que quiero más.... estoy insaciable.
Reunidos a 30 m. del suelo, Andrés pide su momento.
Gustoso cedo la cabeza de cuerda, y se lanza hacia arriba. Se que sus miedos se agolpan entre sus sienes, se que sus miedos hacen temblar sus piernas, pero mantiene la mente fría, y va ganando metros. Otros 40 m. bien protegidos, incluidos los dos clavos que alguien dejó por allí.



Al grito de reunión, el paquete se pone en marcha, y voy desmontando la reunión. Alucino con la cabeza que ha tenido Andrés. Unos cuatro o cinco metros, limpios, de no muy fácil protección, verticales, ha pasado limpiamente, desde mi punto de vista, y dice que ni se ha enterado. Es su primer largo metiendo cacharros. Chapeau ¡¡¡¡
Mi cabeza también se relaja. Ante un momento de debilidad, se que puedo contar con el, pero muy amablemente, me pide que continúe, que la termine, que el de momento, ya ha tenido lo suyo.
Placa, vira, techito, diedro, placa fisurada, bavaresa, un clavo que no veo, repisa, fisura, terreno herboso, puente de roca.... mis manos recorren toda la extensión de la roca, poniendo a prueba el músculo más difícil de entrenar, hasta que la verticalidad se vuelve horizontal, y reclamo la compañía de mis compañeros. 










 La experiencia ha sido muy buena, a acompañado el día, aunque a estas horas el sol está un poco pelma, así que nos vamos a ir a celebrarlo, a la sombra, con algo frío que corra por nuestras gargantas. Un rapel, y un destrepe, nos separan del suelo. Setenta metros ingrávidos, y procurar no patinar después, hasta que de nuevo la horizontalidad, nos de el respiro que ahora necesitamos.





Reseña sacada del blogg de La garafa.





 
 
 

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