Bois Noir. III/3+ 200m. Valle de Cristillant.

 

Hoy es un día grande. Actividad combinada de esquí y escalada. Aproximación larga, descenso largo, y escalada en entorno de montaña. La Bois Noir. Ya le tenía ganas a esta cascada. 

Atravesamos el pueblo de Ceillac, si, donde estuvimos ayer escalando las clásicas de todos los años, Le Y, Easy Rider... al lado de la estación de esquí. El resto o están sin formar, o no tenemos el suficiente nivel como para subirnos por ellas. 

Desde el final de este pueblo, nos adentramos en el valle de Cristillant. La senda está muy marcada, ya que es una pista de esquí fondo, hasta que se queda en una pista pisada sin más. Hay que meterse hasta el final del valle. Hasta el final. Con las tablas en los pies, foqueamos en pendiente suave pero constante, alrededor de siete kilómetros. Paramos a quitar ropa, ya que el continuo movimiento, el peso de las mochilas, y que el día no es extremadamente frío, nos calienta por dentro. Es aburrida la pista. Los árboles que la flanquean, parecen siempre los mismos. Una pareja nos adelanta, van como motos, y el abuelo que nos acaba de adelantar, nos deja chafados y clavados al suelo. Parece que no vamos a llegar nunca. No se ve el fondo del valle. 




Ya ha pasado más de una hora de marcha, y casi hemos llegado a la mitad. -¡ Si no escalamos, por lo menos hacemos algo de actividad... Comenzamos a desesperar. Al cabo de otra hora y media, el valle se abre, nos sentimos inquietos. Es cuestión de minutos que lleguemos hasta ella. Por fin la vemos. Pero está suspendida al final de la ladera, hay que subir ahora un buen rato. Las vueltas María se suceden. Yo no se esquiar esto, así que me salgo de las tablas y me hundo hasta el pecho. Vuelvo a subir a ellas, y continúo hasta ver el resto de una avalancha esparcida por la ladera. La nieve en bolos está muy dura, y así no me hundo. Aprovecho para llegar hasta el pie de la cascada. Ha sido otra hora de subida desde que hemos dejado la pista. Estoy reventado. 






Empiezo el primer largo, hasta llegar a un abalakov que marca la primera reunión. Andrés ha decidido quedarse abajo, y es Asier quien me acompaña. El encabeza el segundo largo.






Solamente subimos estos dos. El resto es una sucesión de campas sin ningún interés, y colgados de dos abalakovs, descendemos hasta la primera reunión, y del que habíamos encontrado como primera reunión, hasta el suelo. Mientras subimos, otra cordada ha comenzado a escalar. Una guía con su cliente se desgañita diciendo que no le tiremos hielo, pero amiga, como te lo explico, tu ya lo deberías saber, el hielo se rompe al golpear, además tiene costra y a cada golpe salen una buen cantidad de cascotes hacia donde tu estás. Hay que madrugar más, o esperar a que no caiga nada.


¿Merece la pena semejante paliza de esquí, de subida, de escalada, para solamente hacer dos largos de cuerda?

Por supuesto. No hay más preguntas señoría. Somos felices haciendo esto. El retorno solamente nos lleva cincuenta minutos. Las tablas vuelan hacia abajo por la pisada pista. No tenemos prisa, pero nos merecemos unas cervezas, y a por ellas vamos.











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