Después de la noche oscura, el viento ha traído de nuevo la luz. Aunque parece que la quiere arrancar, y volvérsela a llevar. Tal es el ímpetu.
También trae gente, bastante, y después de perderse y encontrarse, llegan mis amigos.
El flequillo baila desatado a su ritmo. No es un buen día de escalada. Hoy toca chapón de aula.
Llegan con ansia, con hambre y se van a ir satisfechos. Cuerdas, nudos, aparatos, números, letras, formas, técnicas, argot, gestos...y un poco de acción, para que se vayan a dormir sin estallarles la cabeza. Aprender sin peligro...Una valla, es la mejor pizarra para dibujar con las cuerdas.
Mañana será el día.
Tienen pinta de haber dado muchas vueltas esta noche. Girando como trompos sin salir del saco, queriendo asimilar todo lo de ayer. Llega el momento definitivo. Encordarse y comenzar este baile vertical mucho más grande de lo que habían imaginado. Se atraganta de primeras, y va siendo tragado conforme pasan los pasos. Primeras reuniones y todo es un pastel todavía por formar.
Son capaces de revolver todo, de olvidar lo inolvidable, y aplicar lo que no hay. Aún y todo, se dejan llevar y refrescan con las manos, lo que ayer aprendieron con los ojos,
El largo más "duro", se les resuelve. Interesa más que la dureza, la destreza, y ello va surgiendo. El miedo que salía de sus ojos, va dando paso a miradas de sonrisas. Con el cansancio en el cuerpo ganan mucha altura, y no es nada esta, la que ganan con los pies, comparada con la altura que lleva su alegría. Vieron antes vistas completas desde muchas veces arriba, y nunca imaginaron ver vistas parecidas con el vacío en frente.
La mirada de miedo, da paso a la mirada de la felicidad. De no creer en lo que eran capaces de hacer, sin más ayuda que un empujón, a hacer lo que no creían. La experiencia empapa los huesos molidos por el esfuerzo, y nuevas alas empiezan a surgir. Nuevos planes, nuevos retos, rondan la cabeza. Hará falta un poco de sensatez, pero el mal ya está hecho. El nuevo veneno corre por el interior del cuerpo. Desde que comienzan el descenso del vertiginoso muro al que se han subido, comienzan a llenar el cajón de los proyectos. Un nuevo horizonte se ha abierto y desean llenarlo. Como siempre, como todas las veces, todos los nuevos proyectos se sellan con una jarra bien fría.
Ojala que todo lo aprendido, no se quede en un rincón de la memoria. Ojala que la destreza vuelva a surgir en sus manos y pies. ojala que la cabeza vea nuevos destinos. Ojala sean capaces de hacer lo que acaban de ver. Suerte amigos, mucha suerte, hay un mundo lleno de retos.
Un buen maestro no sólo tiene el conocimiento sino que genera curiosidad...
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