La noche ha pasado sin sobresaltos, pacífica, sin osos. Un desayuno tranquilo y recordar que el "runner" sigue entre nosotros. Casi somos una familia. La parejita que ayer escaló el pequeño Galayo. La cordada del escalador Ruso y el Francés. Sara la guarda, y nosotros. El muchacho está animado. El frío de ayer ya parece que ha salido de su cuerpo, gracias al exorcismo de sopa caliente.
Salimos a ver el recorrido de hoy. Todavía no le da el sol. Esperaremos un rato más.
Sara avisa que el pájaro está viniendo, y que tengamos cuidado por que suele tirar piedras cuando aterriza, que nos pongamos a buena distancia. La cara del "runner", tan muerto ayer, tan revivido hoy, es de angustia. Quiere salir corriendo.
- ¡Ya no me duele nada, estoy bien, me bajo corriendo, gracias por todo! -
- ¡No bonito tú, no te vas! Espera por que vienen a recogerte.... -
No sabe como escapar. De repente se acojona ya que han mandado un helicóptero para bajarlo. Piensa , y lo dice, que el rescate le va a salir caro, muy caro. En un nuevo intento por salir corriendo, Sara lo vuelve a detener, y le muestra un punto que va acercándose más arriba del horizonte, y se va haciendo grande por momentos.
Todo tiene un principio y un fin. Estos días, se van acabando. Mañana volvemos a la realidad diaria. Y estos últimos minutos aquí arriba, son de los que dejan el alma en paz, y la llenan de energía para continuar con la ajetreada vida hasta la próxima vez que tengamos la suerte de volver a parajes como estos, duros, ásperos, salvajes, y a la vez tan bonitos, y tan espectaculares. No hay prisa por volver a bajar por una especie de camino de destrepes, casi tan espectacular como la subida, para llegar de nuevo a la paz de la nieve de la canal de bajada. Las chovas cantan tranquilas en el resto de agujas . Desde este lugar, se amontonan unas contra otras, difuminando los relieves, pareciendo un caos enorme de roca puntiaguda. En la puerta del refu, se suceden los visitantes. Alguno se atreve con el empinado camino del Pico de la Mira, y los ves padecer y disfrutar en la paposa nieve. Incluso los oyes resoplar.
Nos reímos de mil chorradas e iniciamos el descenso. Lento descenso, pero seguro descenso. En la puerta del refu, volvemos a preguntar a Sara por el "runner". Lo han llevado hasta su coche, y se supone que habrá partido hacia su casa. Pronto lo seguiremos los demás.
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