PICO LECHERINES O GARGANTA DE BORAU. 2344 m.

 


Desde la cleta.                                                                                                                                          Desde que recuerdo, siempre ha estado allí. Punto de partida de este lado.                                              Aspe, Murciélagos, Lecherines, Subterránea...                                                                                      Cerradla cuando paséis que se escapa el ganado.                                                                                         La vista desde aquí alimenta el deseo, y también marca los tiempos. La nieve queda muy lejos, el porteo de los esquís invita a la pereza y a llevar menos carga. Siempre hay un valiente.                        Las mochilas de nuevo están llenas de ilusión, aunque sea una cima sin renombre, sin medalla. El valor de esta cima, es la compañía. Hace mucho que no se disfruta de todos los que están. Podía haber más, pero sin embargo el aliento que se crea es común. Es sano. Es de amigos.                                                                                                                                        



La ruta esta marcada antes de salir. Ha sido el alimento de ese deseo de confraternizar, de sudar y jadear, de pisar nieve, con botas y tablas. Sarrios, a cientos, desvían las miradas de lo alto, viendo la vertiginosa carrera, huyendo. ¿De las miradas?  Grandes y pequeños saltando posesos de ganas de vivir, de correr, de comerse la primavera tierna, jugosa, apareciendo bajo la nieve.   




                                                                                                     

 A la sombra de los mallos la nieve es mármol. Muy dura incluso con las temperaturas diurnas. Las rampas son menos si dibujas zetas, y siempre habrá parásitos de las huellas. Quizás sea la única manera que tengan de ganar la cima. El perdón es pedido por adelantado. Las huellas se fabrican a partir de los pasos. Es el alimento del deseo por llegar a lo alto, que no a lo más alto. 


                          



  El paisaje dibuja formas entre el blanco y el azul, un tanto dolomíticas. La imaginación escapa hacia las formas rocosas e inventa tres cimas. Inventa líneas para recorrer. La vista las sigue y las eleva. El pensamiento consigue salir por arriba, y todavía falta para llegar a inundar las retinas de paisaje. En el collado se alimenta el cuerpo, y pone a prueba las ganas. Todos juntos mejor, en una fila larga que se alarga a cada paso, a cada motivación, a cada nervio templado. La cima está aquí, no, espera, está más arriba, no importa donde está la cima, quizás no sea el día o las fuerzas, o la técnica, o la culpa la tiene la nieve, o la confianza, o las suelas.      


                             

Tras la delgada línea que separa los dos abismos, esta la recompensa. Si, es la recompensa, el paisaje enorme. El momento de chocar los puños, tan de moda, de abrazos y sonrisas, de enhorabuenas y palmadas en la espalda. No olvidéis, sin foto no hay cima... y una vez vista la foto, a quien le importa. La bajada templando los nervios, la cuesta costó a la subida, bajarla no es para jugar. De nuevo se ponen en marcha todos los mecanismos al revés. El reloj lleva mucho tiempo corriendo a favor de la vida, no hay que descuidarlo ahora. No es momento, ni lugar, Y el recuerdo aparece, lo que pudo haber sido, y no fue, por suerte.  El terreno se vuelve más amable, sin descuidarlo, y el valiente del porteo se lanza en loco deslizamiento, gozando de la dureza y la blandura del manto. El resto se queda mirando, hasta que se pierde ladera abajo. Quedan muchos pasos por dar, incluso es más fácil ya. La vista atrás de vez en cuando, como para fijar distancias, como referencia a lo que falta y a lo que se ha hecho, hasta volver a la cleta. Principio y fin. ¿Fin? Quedan las recompensas a esta labor. Frías, bien frías, que los líquidos se reponen mejor. Con la garganta fresca, las sonrisas que no se habían perdido afloran de nuevo. Vuelve a ser primavera.













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