ARISTA CONEDIO. OLLEROS DE SABERO.LEÓN

 





 A mi me lo dijo el greiman Anselmo. 
- ¡ Cone de conejo, dio de Ovidio. Conedio.!! - 
La canícula mañanera, es muy grande. Al poco rato de salir el sol, ya está calentando con ganas, y como no estamos para estos calores, intentamos hacer la actividad prontito por la mañana.
- Por la pista del cementerio, se accedo tranquilamente...-
Y como no podía ser de otra manera, jabalineamos lo que no está escrito, para llegar hasta la entrada de la cresta. 
iago se pone los gatos, Ramón y yo decidimos esperar. 
iago esta de curso de formación, y debe practicar con el cacharreo, y allí que se va.... apretando la roca, con buena adherencia, fisurada, rota en algún trozo, pero sana en general, con ambiente más a un lado que al otro, subeybaja afilado , terreno de juego muy propicio para la aventura y la diversión. Los paquetes le seguimos en zapas...y muchas veces, recogiendo cuerda en gazas... mal echo, pero es que si no, nos tiramos todo el día aquí. 




Pasos de III, de II , aéreos, plano, jardín...y todo atados a una cuerda. Los friends entran a placer, los tiras y se ponen solos, plac, plac, plac, plac ....
Y el pueblo abajo. Después de una zona muy tranquila, la arista se quiere volver altiva, pero solo lo quiere parecer, sigue siendo amable.



Los gendarmes, parecen más de lo que son, y se dejan subir con facilidad, algún pasito de IV, pero la bajada parece más complicada, y alguna cinta con maillón, dejamos equipando un rapel. 
Bonita en su humildad y anonimato, así la definió un amigo, a la vista de cuatro fotos.
Y como estamos acostumbrados a las aristas rectilíneas, donde una vez que te embarcas, sales cuando acaban las dificultades, a nosotros se nos acabaron, y nos bajamos. 
El caso es que no cruzamos 20 mts.de campa ( el color marrón de la foto ) y nos vamos para abajo.
 ¡¡ NOS QUEDA MAS DE LA MITAD DE LA ARISTA !!     jejejejejeje, ...
Ya le daremos venganza otro día.














NANO ( 100m. V- ) SUPERNANO ( 100m. 6B) ESPOLÓN REBOLLÓN (120m. V+)




Esto sucede como en muchas ocasiones. Una llamada de teléfono, y la maquinaria se pone en marcha.
Elegimos Panticosa. 
¿Por Qué?
 Por que va a estar lleno de gente, por que es agosto, por que las vías son muy asequibles, por que si quieres practicar es un lugar como otro cualquiera, por que dormimos en las "furgos", y nadie dice nada, por que la cerveza del refugio de casa de piedra siempre está fresca, por que el paisaje es impresionante...sería aburrido si te cuento todos los por que.... vete y descúbrelo.
Como llegamos por la tarde, calentamos en la vía del Nano. Una ruta sencillita, con un pequeño paso a la entrada, y adherencias varias. Risas aseguradas.
Vamos a dormir, ya con el hambre de roca royéndonos por dentro.
 La idea original, es hacer mañana, la vía del Ibón ( 280 m. MD ), así que sin madrugar mucho, ya que la aproximación es corta, y viendo el tempero que se cuece por el parking de casa de piedra, triunfaremos fijo.




La idea como tal, es buena. Seremos dos cordadas, y así vamos más rápidos. Buenas noches, a soñar con quien te de la gana, y descansar....
Entre tostadas y madalenas, con las legañas puestas, observamos los itinerarios de la gente. Casi todo el mundo sube hacia Bachimaña.... o se acerca al primer muro... que gavarnisiano.
Nadie a nuestros ojos, sigue el camino de la ruta que vamos a hacer, y tranquilamente, después de desayunar tranquilamente, nos acercamos a la cascada de argualas, y un poco más allá.
Cuatro cordadas ya se pelean con la roca, otra espera  y detrás vamos nosotros...Alguna ha dejado al perrete aquí abajo, con el self servis preparado, y se ha pirado también. Como llora el desgraciadico.
Ya desaparecen las cordadas por arriba, la que nos precede ha tenido algún problemilla en el Vº de entrada, solo es un paso, pero se le ha atragantado un poco. Ponemos a prueba la paciencia, y bueno, ni tan mal, en hora y media, hemos conseguido poner la mitad de la primera cordada en la segunda reunión. Lorenzo casca con ganas,  La cordada tortuga, se disculpa por la lentitud, pero en ningún momento deja paso. Ante esta situación, se impone dar media vuelta, y destrepar lo ya trepado.



Los rápeles no son sencillos, pero con un poco de cuidado arriba y abajo, los solventamos sin contratiempos.
Y ahora ?
Una pareja de franceses, bastante mayorcicos, se hace la misma pregunta, al ver nuestras evoluciones.
Estamos vestidos para el baile, tenemos las parejas....¡¡¡ Vamos !!!
Volvemos los pasos hacia el " primer muro", vamos hacia la supernano, con un pasito difícil, pero estos de sendero límite, equipan para que todo el mundo pueda pasar, en A0 todo es posible, vamos para allí, y empalmamos con el espolón rebollón, así tendremos mas o menos la aventura que queríamos tener, no pasa nada, solamente hemos dejado atrás dos horas, pero todavía tenemos muchas horas de luz por delante...







Una nueva aventura, nos acaba de empezar, y con el camino ya sabido, ya que la vía del nano, y la supernano, van paralelas, hacia las alturas de nuevo que nos vamos. Mucho más cómodos, ya que no hay nadie en nuestro recorrido, cosa rara, vamos a nuestro aire. El paso difícil, unos a su manera y otros a la suya lo dejamos abajo, y es una vía , al igual que la paralela, disfrutona.  
El sol, nos va dando en el cogote, ya está muy alto, y calienta a placer. Allí abajo se ve el parking lleno de coches, furgos, caravanas... en orden, pero lleno. y seguimos subiendo. Un corto paseo por el bosque, y llegamos a espolón. en apenas cinco minutos, por un camino bien marcado. Belén, mi hermana de cuerda, arranca para arriba. Me van a tocar los dos largos de V+, y los voy a empalmar. serán unos 50 m.
ERROR.
No llevo suficientes cintas, pero de eso me doy cuenta en el segundo largo. No llevo cintas largas, solamente de deportiva... Me toca trepar y destrepar para quitar las cintas de más abajo , y ponerlas más arriba, la cuerda roza como si estuviera tirando de un tractor...
Pero la roca es muy buena, tiene tacto el granito panticosero, y se deja escalar muy bien, los pies son generosos, y hay canto.





Andrés y Jesús, nos pisan los talones. Pero ellos avisados, no empalman largos, así es más fácil. Y en la solanera de la cima, estamos un rato. Yo me bajo antes. Me tengo que medicar, y encuentro el camino de bajada, muy fácil de seguir, muy hitado.
La sombra nos espera, y esas cervezas frías, aunque algunas sean sin alcohol.
Un bonito día de montaña, conociendo un poco más la zona del balneario de panticosa.
Agradecido a las reseñas de Sendero Límite.










 


VIA ANZAS. 6B+ (V+/6a obligado ) 420 m. PEÑA FORATATA



Recomendada hace unos años , dormía en el cajón de los proyectos. Como tantos otros que aguardan su turno.
 Por fin, le toca a la Anzas.
 Una vía de "sueñovertical", dedicada a un amigo fallecido.
De la trilogía de la Foratata... Valle de Tena, Anzas y Capricho de primavera. 
Esta será la segunda que haga. La tercera, no se cuando, pero saldrá del cajón.

Me voy con Asier, muy joven, 21,  hoy será la tercera vez que escalemos juntos. Le van a tocar los largos duros, 1,3,4,6,8,10,12 , pero alternaremos la cabeza de cuerda. 
Es la primera grande después de los dolores, y aunque la cabeza funciona bien, habrá que ver el resto.
La aproximación, con el fresco de la mañana, es una delicia, pero damos una gran vuelta, para llegar a la base.






Es fácilmente reconocible la entrada. Tiene nombre. La puerta está abierta, y comenzamos el viaje vertical. Al levantar la vista, ese casi medio kilómetro de roca, no nos impide ver el cielo.
Somos rápidos, los dos primeros largos, apenas caen en 20 minutos. Cordada compenetrada. No hace falta hablar de reunión a reunión, sabemos lo que hay que hacer. 
No es fácil encontrar compañeros así. Solamente he tenido tres en toda mi aventura como escalador. No es fácil, no.
Llegan dos largos duros. Asier los empalma, 50 m. de 6b+, donde hay que escalar de verdad. Uno de los pasos está mojado. En ese punto, tengo que tirar de A0. No tengo pies. Pero me quedo muy contento. Aunque vaya de segundo, escalo por mis propios medios.



La calidad de la roca, es buenísima, muy adherente, muy bien protegida, con unos largos muy chulos, donde escalar, se convierte en un placer. El placer de la escalada. Y con pasos finos... técnicos... jardines... adherencias...bailes de pies, y demás técnicas, sumamos metros, y el día sigue avanzando.
Son cuatro horas y media de ascenso por este murallón, hasta llegar a la cima de Peña Foratata. Es la primera vez que estoy en esta cima, y ha merecido la pena el camino elegido.




Los errores, se suelen cometer en la bajada. El cuerpo está más cansado, bajas la guardia, al estar más relajado después del ascenso...
El error cometido, es no enterarte bien del descenso. Y no nos hemos enterado del descenso. 
- Bajas a aquel collado, y el camino está muy marcado...
Quizás, no interpretamos bien el comentario, quizás tendríamos que abrir más los ojos, quizás indagar un poco más en el paisaje.
Destrepámos la arista, y la concluimos con un corto rapel. Descendemos la cascajera, y los caminos fluyen hacia abajo. Alegres y contentos, bajamos y bajamos, no hay medida en el descenso. En un rato, estaremos en el coche.....y una mierda ... Los caminos que seguimos, son hechos por los animales,  y no llevan a ninguna parte.
Vemos pasar allí arriba, muy arriba, a la gente que destrepó la arista detrás nuestra, y se nos queda cara de bobos.
Tenemos que volver a subir todo lo bajado. ¡¡¡ Vaya  M...!!!
Una bajada normal desde la cima, habría costado, alrededor de dos horas. Una bajada anormal como la nuestra, nos ha costado.....más de cuatro.















MONCAYO 2.316 m.



De vuelta de un viaje al centro de la península, esa silueta a lo lejos, siempre gusta disfrutarla, y como esta vez, llevamos tiempo de sobra, decidimos parar y subir.
¿ 10 ?  ¿ 20 ?   ¿ 30 ?..... que se yo la de veces que las botas las hemos puesto encima, y es una subida agradecida, no excesivamente potente, no muy larga, y con unas vistas, que enamoran.
Ahí en medio de todo , invitador.... ¿ A que no subes?
Ayer aceptamos el reto, y nos quedamos a dormir por los alrededores. Por supuesto huyendo del contacto social.
Como el viaje nos deja algo tocados, nos dormimos con las gallinas. Nos despertamos con el gallo y calzamos por fin las botas.
Saliendo del santuario/albergue/bar, es una subida sencilla y por un camino bien marcado. Hoy además el goteo de gente ascendiendo, es continuo. Cada uno a su bola. Se guardan las distancias, y todos nos apartamos cuando viene alguien en plan cohete, o sin más, que tus pasos son más rápidos al caminar.
La sombra fresca del bosque se agradece en los primeros pasos, cuando comienzas a desperezar los músculos y demás entresijos de las piernas.






El contacto social del que ayer huimos, está en algún lugar detrás de nosotros, no lo vemos, pero lo oímos.  Son las típicas personas que para expandir sus pulmones, parece que se ha tragado un altavoz. Con su amplificador incluido.
 A estas horas del día, la pequeña romería que vamos en un tramo de unos 300 m. de camino, ya sabemos que viene detrás, subiendo veloz, y arreando a la familia. Quizás se quede sin sitio en la cima, en la ancha cima, así que nos va cantando sus pasos, sus penurias y sus miserias. Con diversas paradas para echar un traguito de agua, conseguimos que se eleven hacia las alturas, y de esa manera, se oyen menos los voceos.... Jadeantes , al lado del camino, se van quedando algunos, otros siguen a su ritmo, y es difícil alcanzarlos... todos con una meta común, subir para después bajar.





El paisaje, se hace enorme. Ya todo queda por debajo. La cima, hoy realmente no importa que esté llena, o casi llena, por que es enorme, podemos mantenernos si queremos, al margen de toda la gente, y sí, queremos mantenernos al margen. Quizás nos hemos vuelto raros con la movida del bicho, pero tenemos muy claro que tanto tiempo sin poder disfrutar de esto, no lo queremos volver a vivir.
Así que una cuadrilla de gente, que ha llegado mas o menos a la par, quiere la foto de cima.  Jóse, nos hace las fotos de cima, y nosotros se las hacemos a ellos. Nos las mandamos por guasap, y el contacto ha sido telefónico, ese no hace falta bañarlo en geles hidroalcohólicos ni enfundarlos en guantes, el contacto ha sido limpio. Ellos seguirán haciendo su vida después de este momento, y nosotros seguiremos haciendo la nuestra.





Enfilamos las botas de nuevo al inicio. Flora nos sirve una cerveza bien fría. Reponemos fuerzas y de vuelta a la normalidad. Coches y más coches, intentan hacerse un hueco en el aparcamiento, y es el forestal, al que le toca hacer de gorrilla. Vamos a terminar la vuelta a casa. Con el frescor de esa cerveza, con el placer de haber aceptado el desafío, y con la consciencia de haber hecho bien las cosas.





ORI 2017 m.



Voy volviendo a esa "nueva normalidad", aprendiendo a moverme de nuevo. Aprendiendo a no pasarme de vueltas, cuando encaro el "parriba".
Todo cuesta, y más cuando ese " parriba", ha sido habitual, hacerlo, al 200%
Hasta que paras, por falta de aliento. Respiras y sigues.
 Ahora es lo mismo, pero con más cuidado, más despacio.
Sin pasarte de vueltas.
Como una vuelta a los inicios.
 Y en esos inicios, el Ori, fue uno de esos capítulos. Todavía no asomaba el bigote debajo de la nariz, cuando mis pequeñas botas, pisaron su cima. Hace..... pues eso, los inicios.
Y  parece que la historia se repite, en estos nuevos inicios...
Hasta el puerto de Larrau.
 Como entonces.
Tras pasar el túnel, desde el parking. Imagino que también aquella vez.
Hoy no es la ascensión de mi vida, como lo fue aquella, primer 2000....
Las botas de "material, el canguro, la mochila de lona, el bocata de la madre...
El trillado camino, el viento del norte, la "romería ".... y los " romeros "...




Todo es dominguerismo, unos con más experiencia que otros en este domingo de monte. No hacen falta equipos "espaciales" para este ascenso, pero se ve el efecto decatlon, el efecto calleja, y que como nos dejan salir, e ir al monte es lo mas seguro, pues todos al mismo sitio.
Nos soplamos en la oreja, hasta que el que va delante, se tiene que apartar... corremos para ser los primeros, y paramos de repente por que no podemos respirar.... me he vuelto un "neuras" con la movida del bitxo, y no me fío de nadie, así que me gusta guardar las distancias.... incluso en el monte, es difícil, nadie se aparta....



Ya todo ha pasado. Somos muy de apelotonarnos, de querer sacarnos la foto todos a la vez, desde el mismo ángulo, en el mismo sitio..... no hay más cima que la punta mas alta..... y la perspectiva apenas engaña.
Tocamos la cima de pasada, a un par de metros.... algunos dirán que no es cima... me la suda. En los comienzos, estaríamos apelotonados.... y sin foto, al menos no me acuerdo. Vuelves a rememorar y ves la realidad. Todo iba a cambiar, y nada ha cambiado. 
El Ori sigue aquí, los domingos siguen aquí, los domingueros seguimos aquí..... que suerte seguir aquí.



LÁKORA 1867 m. PUNTAL OLORÓN 1826 m.



¿Te das cuenta que la primavera este año, no la han puesto ni en esa tienda tan grande que la ponen todos los años antes de que se acabe el invierno?
Este año cambiamos  primavera por  pandemia.
He tenido suerte.... no me ha tocado de cerca. 
He tenido....otra cosa.
He tenido suerte.
Vamos aprobando exámenes, y nos dejan salir más rato, más lejos, con más gente.
 ¡¡¡ Que peligro !!!
Y poder aprovechar una escapada al piri...
No importa que sea a la miniatura del piri. 





Nunca antes me había dado cuenta, el placer que me da calzarme las botas . Embutir los pies entre el cuero...tirar de los cordones, y escuchar el siseo del cordón al enhebrar el nudo. Sentir esa presión.
Las piernas están como de madera. Son muchos días.
La cabeza funciona como un tiro. Está ansiosa.
Otras cosas, están como están.

Por la zona del puerto grande, dejamos el vehículo, en un lado de la carretera, y con unas zetas generosas, ganamos altura.
¿ Cuanto hace que lo subí la última vez ?
¿ Cuantas veces lo he subido?
No tantas, no te pases... y siempre desde la carretera.... unos 400 m. de desnivel, tampoco es para tanto.
Lakora.






Y antes era una cima tricéfala... tres cumbres, y ahora me entero que una de ellas, se la han dedicado, no se si oficialmente, o extraoficialmente, a Ángel Olorón.

(El Pamplonés Ángel Olorón López(1925-2005), fue uno de los montañeros emblemáticos de Navarra, por su labor divulgativa en libros, diarios y revistas, siempre unido al C.D. Navarra.)


Me siento bien. Fue mi vecino una temporada, y compartimos algunos caminos y cimas. Un saludo allí donde estés.

Y sigo comiendo despacio este caramelo que es la vida, y lo disfruto saboreo... y me sienta bien. 
El paisaje se extiende verde, es una gran alfombra verde, salpicada de cumbres, muchas conocidas, y otras olvidadas por quedar junto a las conocidas.




Así la cima "tricéfala" queda debajo de las botas, esas que tanto placer a dado ponérselas, después de tantos días de confinamiento, y estos, van quedando atrás, por que todavía podemos contarlo. A pesar de la otra cosa...

Hoy las cervezas serán de lata, que más da... son cervezas, aunque sean descafeinadas, son cervezas, y en compañía, saben más ricas. Y sabe rico juntarse con gente a la que le importas, y gente que te importa, después de tantos días. 





PICU URRIELLU- NARANJO DE BULNES. SUR Y CEPEDA. ESTANTERIA DEL RECUERDO 2006



09-10-06                   23.44 h.             




Dicen que estamos locos..... Pero que bonita es esta locura.


Desde la cima del Picu. 
Me quedaron bonitas estas palabras.
 Fue bonita la subida.

Llegamos al refugio el día 8. Antes nos comimos un bocata en Arenas de Cabrales, y después hasta Sotres. Nos equivocamos de camino, por supuesto, y dejamos el coche en las invernales del Texu, y con la mochila al hombro, a patear.
La putada es que media hora larga de pateo más tarde, por pista, te encuentras un aparcamiento lleno de coches. Después el collado Pandébano, y después de otro rato, el refu.
No nos dan cena, por que ya no son horas, pero como somos muy majos, si sobra nos dán.
Cenamos sopa y macarrones, un poco de salchichón de postre y al sobre. Que mañana tenemos lío.




CLÁSICA SUR 155m. V-


A las 7, arriba. Desayuno de tostadas, y café, y adelante. Canal de la Celada para sudar un poco.
 La norte, la este, y por fin la sur.  Somos los primeros y lo vamos a aprovechar.
Me acerco a la roca, apoyo mis manos y le pido al Picu, que nos permita subir y bajar.
Me preparo, y me voy a por el primer largo. V. Me gusta la roca, es muy adherente, y se progresa bien.  Es corto, pero es el más difícil de esta vía.
Jabitxu, abre el 2º de V-. Nos turnamos en cabeza de cuerda, y abro otro de IV, viene otro de IV- otro de IV+ y por el anfiteatro nos desencordamos. Son las 11.50 h. de la mañana.
Le tocamos la cabeza a la virgen, y un grito de satisfacción sale de dentro de mi. De alegría, de júbilo, creo que hasta de lujuria. 
No sé, casi se me saltan las lágrimas.
 No es lo más grande, pero me parece lo más grandioso que he hecho. 
Subir al Picu, al naranjo.



Después llega Erik, con una clienta. Es un guía muy majo, que nos ha ayudado indicándonos la vía.
Mensajes (SMS ), llamadas, chocolate, y para abajo. Rapelamos los cuatro de las cuatro cuerdas, y en dos rápeles de 60, estamos abajo.
Felices.
Contentos.
Suben dos irlandeses y tres madrileños.
 Luego haríamos migas con ellos.
 Nos vamos a la este, a la cepeda, y hacemos dos largos para probar. 
La queremos hacer mañana.
 Vamos a descansar.
 Cena y relax. 
Reseñas y comentarios.
El saco, nos espera amoroso.
 Ha sido un día de grandes emociones.





CEPEDA  350 m. V+

10-10-06                                          

El rito es igual al de ayer, pero hoy sudamos menos en la canal de la celada. El viento, sopla con ganas. La roca está helada. Repetimos los largos como ayer. Los dos primeros. Mis dedos se congelan y se entumecen con el frío. Tenemos once largos por delante.
III+,
IV,
IV,
V,
IV+,
II,
IV+,
IV+,
V+,
IV,
III.
El viento nos vapulea y nos hiela. Cuanto más alto ,más fuerte y racheado. Nos gritamos y no nos oímos. Nos perdemos, destrepamos y retrocedemos. Las fotos y las reseñas nos ayudan. Reuniones a cañón, y reuniones a menos cañón. Roca buenísima, fácil de proteger...
- ¿ y donde meto yo algo para proteger ?
15 metros de tubos de canalizos sin un solo seguro, a 200 m. del suelo.
 Reunión sobre tres friends, y ... ¡ no te caigas , por favor !
Agujero.
Vía de escape.
Pero nos tira más la cresta. Deliberamos, y seguimos.
Por fin, después de 6 horas de subida, estamos de nuevo en la cima. Esta vez ha sido por la este. El viento es... la ostia. Nos vamos por donde ayer. Los madrileños que venían detrás nuestra, se han bajado de la 5ª reunión, por la escapada de los rápeles. Nos esperan abajo. Nos traen las zapatillas. Son buena gente. A uno de ellos, a Dani, le tiré la cuerda encima ayer. Bajamos al refu, recogemos, pagamos y a casita, que es tarde. 
Hacia la 1 de la madrugada en casa. Con los pelos de punta de la emoción. 
He subido una de mis montañas icónicas.
Adiós Picu.
 Gracias por dejarnos subir y bajar.
Volveremos.






¡¡ Ah !!    Tuve que matar a un amigo, imaginario por supuesto, para pillar los días de vacaciones.





PICO OTAL. DIARIO DE LA PANDEMIA


Hoy, no voy a contarlo desde la vivencia. Sin mas, copio y pego. 
Gracias Mi....perdón, me ha dicho que quiere ser anónimo....
Gracias por el relato.










SUEÑO QUE SUEÑO UN MAL SUEÑO

 Bujaruelo parece un valle tallado con navaja por, quién sabe qué dios del Olimpo. El río Ara discurre bravo por sus entrañas, haciendo honor a su nombre, su trazado primigenio sigue abriéndose paso como un gran arado tirado por cien mil mulas. Entre sus ilustres afluentes se encuentra el río Otal, del que toma el nombre la montaña que subiremos hoy o ¿fue al revés? ¿Tomó el río el nombre de la montaña? Es invierno, febrero, falta un mes para el confinamiento, la montaña está blanca en un valle cerrado y oscuro. Decidimos madrugar, hay mucha nieve allá arriba, mejor si la pisamos al alba y no la dejamos rendirse al sol. Es temprano, la oscuridad y el frío absorben las luces de nuestros frontales. El ánimo concentra nuestra ascensión con la primera pendiente, feroz e implacable. Como si fuéramos la Santa Compaña, avanzamos al compás del sonido de nuestros pasos sobre la hojarasca y el contrapunto de la respiración que, como un rezo, bendice cada pisada.



 Ahora, mientras escribo, es primavera, abril, cuento los días y los muertos. Cuarenta y cinco días encerrado, respirando el aire cargado de amenazas y restándole al tiempo los días de asedio. Madrugo y con el primer café desciendo a los infiernos, el cielo espera ahí fuera, se está haciendo largo, un segundo café pone las cosas en su sitio; el centinela que vive conmigo se encarga de poner orden. Es temprano, aprovecho las primeras horas del día para trabajar, me concentro en mis tareas, tengo suerte, las cosas van bien. Pasa la mañana y antes de comer me tomo un descanso para descubrir nuevamente las fotos de la ascensión al Pico Otal.




Dejamos el bosque que descubriremos a la bajada. Apunta el día y el amanecer nos saluda con una sonrisa azul, que hace más bella la montaña blanca que nos espera. El desnivel es severo en toda la ascensión, pero lo necesitamos, nos ayudará en la preparación de futuros proyectos. Como bolas de helado se suceden los repechos. El buen estado de la nieve para caminar con crampones nos permite avanzar por las jorobas con paso firme. Hace media hora que Sergio se ha desviado de nuestra ruta con la intención de otear otro itinerario. Nosotros seguimos a la evidencia del terreno que nos dirige hacia el collado. Pero la evidencia no la dibuja el trazado sino, muchas veces, la experiencia y nuestro compañero acumula esa experiencia del que sabe escuchar a la montaña. Aunque los dos itinerarios convergían en el mismo punto, nuestro recorrido supuso un rodeo y asumir un paso expuesto, mientras tanto, Sergio se dirigía en línea casi recta hacia el collado. Nada grave en este caso ya que estamos preparados para equivocarnos.



 Me olvido de las fotos, he de ir a hacer la compra. Ir a comprar me produce ansiedad. Bajo a la calle pertrechado, como sugieren los que saben, con mascarilla, guantes y armado con mi frasco de gel. Entro en el super, está a sólo cien metros de mi casa. El super se ha convertido en un antro de silencio y mascarillas. Han desaparecido las sonrisas tras las mascarillas, las miradas tampoco sonríen; escrutan estanterías y se enfrentan de soslayo. El tiempo fuera es bueno, aquí dentro siento el frío que produce la incertidumbre de salir victorioso. Regreso a casa. Me quito las zapatillas en la entrada, las desinfecto con lejía, me desnudo, echo la ropa a la lavar y todo lo demás. Mientras me ducho pienso si lo estaremos haciendo bien, como dicen los que saben, porque no estoy preparado para equivocarme.



A mediodía llegamos al collado. Cuatro horas nos ha costado alcanzar el último tramo de nuestra montaña. Ante nosotros se presenta una magnífica pendiente que, a modo de corredor, nos conduce a la arista cimera. Es hora de hacer uso de los piolets. Sergio nos lleva ventaja. Lo vemos a mitad de la pala, su rastro nos facilita la subida y seguimos la escala que ha tallado con sus huellas por el que parece mejor itinerario. Un regalo. Afronto el último repecho y quiero disfrutar de cada crujiente pisada; al tiempo que vigilo mi cuerpo, adivinando en mis latidos la dosis de esfuerzo que necesito cada minuto, reservando el ánimo para que no se agote el entusiasmo que transmiten mis piernas y mi corazón.



 Me siento a ver la televisión después de sucumbir a una excelente comida. Es lo que tiene estar confinado, que mejoras tus dotes de cocinero. Mi atención sólo se detiene en las cifras que me estremecen. Hoy es 29 de abril y la esperanza camina lenta, a la espera de un tren que nunca llega. Se ralentiza la desescalada, vaya palabra, qué mal suena por parecer inapropiada en lo que quiere significar. Sebastián Álvaro lo comentaba en el programa de radio “El transistor” y añadía: “los que hacemos escalada, a bajar escalando, lo llamamos destrepar o descender”. El periodismo seguro que utiliza el término con intención, pero a mí se me escapa. Miro las gráficas de contagiados y muertos, que se me antojan parecidas a los perfiles de las montañas pero con bajadas muy largas, sin la simetría de una ascensión clásica. Ojalá hubiera simetría en las gráficas de la muerte. O no, porque la montaña resultante sería muy alta. No lo sé. Lo que si se, es que comienza a envolverme el sueño.





 Tras una hora larga hacemos cima los cinco: Itziar y Lucía primero, les seguimos Jon, Ander y yo mismo. Sergio lleva un rato esperando y nos recibe con las incondicionales fotos y después, palmadas, abrazos y fotos, todos hacemos fotos. Sin embargo, las mejores fotos son las imágenes que quedarán fijas en la memoria, y que el recuerdo siempre se encargará de mejorar. Observo las miradas de mis compañeros y sus silencios me lo dicen todo. Escucho el silencio de la cima, el lenguaje caóticamente ordenado del horizonte. El tiempo se detiene cuando miramos absortos el Pirineo blanqueado bajo el azul infinito. “Hay tantos tipos de belleza, como maneras de buscar la felicidad” decía Stendhal; la montaña es una de ellas. Con buenas dosis de humildad, la relación estética con la naturaleza, con las montañas, con la primigenia, te hace más libre. Frente a nosotros el Mondarruego se exhibe arrogante y presumido, nos supera en poco más de cien metros, pero nos mira por encima del hombro. No le importa que nadie sepa su nombre porque sabe de la admiración que causa en todo aquel que visita por primera vez Torla.




 La siesta ha sido corta pero intensa, con sueño profundo y reparador. Sueño digo, pero no me acuerdo si he soñado, seguro que sí, siempre que se duerme se sueña. También se sueña despierto, hay hasta quien ve cumplidos sus sueños y también los que quisiéramos que la pandemia fuera un sueño. Dedico la tarde a leer. Termino una novela y digiero la prensa, con algunas noticias amables y otras rozando la distopía. Una vez ordenada la información dejo para el final las noticias y declaraciones infames. Un lapsus ocupa mi cabeza con el recuerdo de mi última salida al Pirineo. Fue en febrero, faltaba un mes para el confinamiento, lo dejo todo y retomo la escritura.




 Toca bajar, destrepar, descender, que no desescalar. Lo hacemos a cuatro patas, como a la subida. Armados con los piolets y dando la espalada al fanfarrón Mondarruego. Tras una parada en el collado, seguimos la marcha. Yo me adelanto, casi siempre hago las bajadas solo, por delante de los demás. La subida me sirve de meditación, la bajada de reflexión. Los retornos nos interrogan sobre cuestiones inesperadas que hacen aligerar el paso. La subida a la montaña me proporciona sosiego en la mente; el pensamiento se apacigua hasta congelarse en unas pocas imágenes, en un discurso abstracto. Sin embargo, en la bajada, las cavilaciones están más relajadas y retoman sus labores, al tiempo que la mirada redescubre el camino. Cada paso que nos acerca al valle pasa de inmediato a formar parte de nuestros recuerdos. Pienso en Sergio, descubro por qué ha decidido subir sólo. Descubro también el tramo de bosque que subimos a oscuras, muy empinado y largo, tan cruel como una larga escalera sin descansillos.



 Dejo el texto, después de cenar continuaré escribiendo, en cinco minutos he de salir a la ventana a aplaudir. Me rompo las manos todos los días aplaudiendo lo que hay que aplaudir. Hoy aplaudo con más fuerza para evitar que se oiga un mensaje que circula por las redes, cargado de mentiras y razones espurias, propone a los ciudadanos no aplaudir y sustituir las palmas por cacerolas. Se perfectamente quienes son y no merecen ni dos líneas.




Al fin nos reencontramos todos en el parking donde hemos dejado las furgonetas. Al lado del camping de Bujaruelo. Con la alegría de haber realizado una excelente actividad, confirmo que todos estamos un poco locos, que el ambiente es y ha sido óptimo, que todo ha salido bien porque estamos preparados para equivocarnos y hemos hecho caso al que sabe. Y es que, el que sabe, con la máxima discreción, en el momento que pisó la nieve hizo la lectura de la ascensión, se anticipó. No cambió de camino por antojo. Su lectura sólo perseguía administrar la seguridad que permitiera que todo terminase bien. Mientras los demás subíamos confiados en nuestras fuerzas y nuestra experiencia, el que sabe y sabe que sabe, asumía la responsabilidad del maestro. Por eso cuando la montaña exige sabiduría siempre intento ir acompañado de los que saben. Suena el despertador, son las seis. Hace frío en la furgoneta y fuera todavía más. Hay que levantarse y preparar el desayuno lo antes posible. Hemos de salir temprano. Sergio duerme a mi lado, se incorpora y me pregunta qué tal he dormido, le digo que mal, he debido tener un mal sueño, pero no hay nada que un buen café no pueda solucionar.